Cuando hablamos de estudiar ballet, nos viene a la mente niñas y adolescentes con su tutú y malla. Desde muy pequeñitas las llevamos a clases porque
tienen interés en esta disciplina y desde luego por todos los beneficios que aporta. Ahora imagínate a mujeres más grandes practicándolo, pues hoy es una tendencia que se está dando en el mundo, caso concreto en España, por ello se hace una invitación para que los centros culturales de nuestro país o quienes dan clases privadas contemplen impartir clases a mujeres de más de 50 años. Practicar ballet en la edad adulta es disfrutable pero además revoluciona la vida en muchos aspectos: la salud física mejora y se obtienen grandes beneficios a nivel psicológico. Es una disciplina o mejor dicho forma de arte en la que el cuerpo humano se convierte en el canal de la emoción, en la partitura de una pieza musical y uno de los mecanismos más bellos de expresión. Rudolf Nureyev, Anna Pávlova, Maya Plisétskaya, son tan sólo algunos nombres que brillaron con luz propia en el firmamento de la danza y que son la inspiración para las nuevas generaciones. Asimismo, y como bien sabemos, pocas disciplinas exigen de un entrenamiento tan duro, y de una dedicación tan absoluta como esta, y lo podemos constatar en películas como El cisne negro, donde nos muestran los entresijos de este mundo. Por adelantado te podemos decir que son tantos los beneficios de practicar ballet, entre ellos podemos mencionar que mejora la confianza en una misma, potencia el equilibrio, la movilidad y las habilidades cognitivas. Y sin importar la edad que tengas: 20, 30 o 40 años, practicarlo suma a una mejor calidad de vida. Meterse en unas mallas y en unas punteras por primera vez en la mediana edad, puede parecer todo un desafío. Sin embargo, se ha alzado como una práctica energizante que las protagonistas describen como algo muy placentero. Asimismo, desde un punto de vista psicológico y médico, la danza es uno de los mejores recursos para el bienestar en todas sus áreas. 1. Mejora de la autopercepción Practicar ballet en la mediana edad, se hace con la finalidad de ejercitar el cuerpo, pasarlo bien y aprender. Los profesores no se limitan tampoco en guiar a las alumnas en ejercicios fáciles. Buscan, sobre todo, que aprendan técnicas y mejoren habilidades como la coordinación y el equilibrio. Una investigación de la Universidad de California destaca algo interesante. En la actualidad se realizan clases de ballet para mujeres de entre 23 y 87 años. La participación regular en estas sesiones mejora el autoconcepto y la autoexpresión femenina, en especial de las edades más avanzadas. Evidencian un mayor aprecio por el propio cuerpo, aceptan de mejor manera el paso del tiempo y construyen una mejor autoimagen. No se ven como mujeres mayores haciendo danza. Se autoperciben como bailarinas, lo que eleva su autoestima. 2. Un placentero desafío cognitivo Practicar ballet cuando se tienen más de 50 años, no busca distraerlas durante unas horas a la semana. Son clases rigurosas que guían en el aprendizaje de unas técnicas de danza que pueden ser complejas. Es evidente que cada alumna tendrá su propio potencial y sus limitaciones. Sin embargo, algo que logra esta práctica es mejorar multitud de competencias cognitivas. Mejora atención, memoria, planificación y hasta la persistencia, por lo tanto, empezar clases de danza y disfrutar de ellas logra que se encienda la motivación y ese empeño por aprender, por asentar nuevas técnicas, por ver cómo mejora el rendimiento sensoriomotor. La percepción de uno mismo, o la capacidad que tiene nuestro cerebro de saber la posición exacta de cada área del cuerpo, es una competencia que mejora con la danza. La memoria kinésica o el lenguaje corporal se ejercita y florece al máximo con el ballet. 3. Expresión física y emocional Cuando bailamos se está dando una sintonía armoniosa entre el cuerpo y la música, entre la mente y los movimientos. Las emociones fluyen y encuentran un canal nuevo desde donde pueden ser expresadas de formas nuevas. El ballet en las mujeres de más de 50 les permite reencontrarse y, descubrir a su vez, un medio innovador para desahogar sentimientos. Asimismo, la danza es un medio extraordinario para manejar el estrés cotidiano, regular la ansiedad y oxigenar el cuerpo con esos neurotransmisores tan gratificantes como la serotonina o las endorfinas. 4. Socialización y alianzas con otras mujeres A medida que pasan los años, como es natural nos vamos quedando solas, los hijos se van de casa para hacer sus propias vidas y a veces la única interacción más regular es con nuestra pareja. Acudir a clases de danza de manera regular tiene innumerables beneficios sociales: forja amistades, permite vencer la timidez y facilita una enriquecedora conexión emocional. Las mujeres van creando alianza con otras bailarinas de esa misma edad. Esto les permite compartir sentimientos, miedos y realidades comunes propias de esta época de la vida. Bailar forja nuevos vínculos, es un ejercicio individual y colectivo a la vez, íntimo, pero expresivo que mejora la comunicación a todos los niveles. 5. Envejecimiento saludable En edades avanzadas nuestro cuerpo está más rígido, no es tan hábil y ágil como cuando éramos jóvenes, pero la danza puede cambiar eso y hacernos sentir una mente despierta, curiosa y con ganas de seguir aprendiendo. Debemos tomar en cuenta que lo que hagamos hoy tendrá su eco en ese mañana cuando en nuestra sonrisa se asomen las arrugas. El ballet en las mujeres de más de 50 facilita que el paso de los años reduzca muchas de las sintomatologías asociadas a la edad. Un ejemplo, es una investigación de la Universidad de Alberta, en Canadá, donde se destaca cómo el ballet fortalece las articulaciones femeninas y conserva su flexibilidad. Por no hablar de los músculos, de la coordinación, la agilidad. Podríamos decir, que pocas prácticas resultan más estimulantes a cualquier edad como bailar, como aprender técnicas de danza y disfrutar de este arte. Dejemos atrás los prejuicios sobre la edad y los cuerpos y demos el paso, el ballet es un medio para un fin. Es una oportunidad para redescubrirnos y potenciar nuestra salud y bienestar integral. Envolvámonos pues en ese mundo de emociones y expresiones, ¡Dancemos! Fuentes: |