Estamos acostumbrados a escuchar y leer por todos los medios acerca de la violencia en contra de la mujer. Una situación desagradable y muy común en nuestra sociedad. Pero, por desgracia, existe el otro lado de la moneda: hombres violentados que se han mantenido en silencio al no querer desafiar aquellos estereotipos machistas que no permiten su vulnerabilidad. Tal situación se ha vuelto un problema social recurrente del que pocos saben y muchos callan. No dejes de leer. Los números no mienten Quizá te sorprenda saber que en Estados Unidos el 88% de los homicidios registrados en el año 2015 fueron cometidos hacia hombres, mientras que en México fueron registrados más de 18 mil muertes de este tipo en el mismo año. (Excelsior). Además, en el estado de México, en 2014, se reportaron 93 casos de hombres violentados por sus parejas y según algunos terapeutas, se estima que una de cada tres víctimas de violencia doméstica son hombres. Y aunque se trata de algunos ejemplos y cifras públicas, el problema de los hombres maltratados aún se mantiene al margen, sin llegar a socializarse. Al contrario, sigue representando una anomalía, ya que, en la mayoría de los casos, los hombres son mucho más fuertes que las mujeres, resultado desconcertante una agresión por parte de ellas. Un hombre no debe llorar Como ya se mencionaba en un principio, el bajo abordaje de este tema gira en torno a la concepción que se tiene del hombre, pues no se le permite demostrar sus sentimientos y se le caracteriza por ser violento, rudo y con tendencia a defenderse. Debido a ello, el apoyo que se le da en situaciones violentas es relativamente menor que el que se le otorga a una mujer, comúnmente victimizada. Incluso podemos ver videos de experimentos sociales en los que un hombre maltrata a una mujer públicamente y la gente se acerca a defenderla, mientras que, en una situación contraria, sólo existen meros espectadores que no intervienen en absoluto. Tipos de violencia y perfil psicológico de la víctima La violencia como tal puede ser de tipo física y emocional, predominando en un 40% esta última, sobre todo en noviazgos adolescentes. Por otra parte, según investigaciones, el maltrato en hombres suele ir escalando poco a poco, es decir, se comienza con conductas controladoras y posesivas (en cuestiones de dinero, salidas, celos, etc.). Después se presentan amenazas, insultos, chantajes, manipulaciones, desvalorizaciones y culpas; y finalmente, si no se ponen límites, se recurre a los gritos y las agresiones físicas. Algunas mujeres, en la etapa de violencia física han llegado a usar como recurso cuchillos, tijeras y la plancha. Muerden, arañan, dan puñetazos, patean, empujan y dejan moretones. También se han reportado casos de hombres envenenados. Se trata de una relación de dominio y sumisión en donde la voluntad de la mujer se impone totalmente y el hombre pierde su autonomía, su autoestima y su poder de decisión. El perfil del hombre violentado sigue estos patrones normalmente:
Soy un hombre maltratado, ¿qué hago? Ser víctima de una situación de violencia es muy difícil. En el caso de los hombres, al ser un tema poco reconocido, los obstáculos son mayores, enfrentándose a la incredulidad de la sociedad, a la falta de protección legal, a que se justifiquen los motivos de agresión de la mujer, la vergüenza de ser maltratado o el miedo a perder a sus hijos si es que los tiene. A pesar de ello, cada vez hay más hombres que se atreven a hablar de su problema y buscarle una solución. Algunas de las acciones recomendadas en caso de sufrir violencia son:
Si sospechas o estás seguro (a) que tu hijo está viviendo una situación de violencia por parte de su pareja, habla con él de inmediato y ofrécele tu apoyo. Si te es posible aléjalo de esa persona y sigue las recomendaciones descritas con anterioridad. Por último, es de suma importancia no subestimar las alarmas de violencia que puedan ir surgiendo desde las relaciones tempranas de noviazgo, pues muchas veces, los abusos trascienden a la vida adulta, volviéndose hábitos difíciles de erradicar y que empeoran con el tiempo. Es primordial prevenir la violencia en los núcleos familiares, pues las personas tendemos a reproducir consciente o inconscientemente lo que vemos y vivimos. Autor: Alejandra Núñez. L.C.C. Fuentes: |