Como su nombre se mencionaba en variedad de proyectos, su fama crecía aceleradamente aunque no en el modo en que hubiera querido, pues independientemente de los aportes que hizo para la medicina psiquiátrica; sus ceremonias eran algo sagrado, único; en cambio para la gente que la visitaba sólo significaba curiosidad y hasta en determinado momento moda, aun así nunca se opuso a que la conocieran y siempre se mostró como una mujer sencilla, humilde y poseedora de una gran energía que inmediatamente era percibida por quienes se encontraban a su alrededor. Fue una mujer fuerte que supo sacar adelante a su familia con el producto de su trabajo; ella no necesitaba y ni le interesaba obtener provecho de su conocimiento, aún siendo una curandera de gran prestigio vivió con lo necesario. Enferma de cirrosis y bronconeumonía entre otros males, queda postrada en una cama de donde ya no se vuelve a levantar. Muere un 22 de noviembre de 1985 en Huautla de Juárez, Oaxaca, México. Ya desde años atrás estuvo acompañada de Juan García Carrera, su biógrafo, traductor (ya que hablaba puro mazateco) y administrador. Antes de morir su deseo era donar su casa a la iglesia pero los desacuerdos entre sus familiares se lo impidieron. Finalmente su familia se quedó con su humilde hogar. Gracias a la popularidad que por ella alcanzó el pueblo, su casa queda en manos de sus nietos quienes por cierta cantidad permiten que os turistas la visiten. Todavía las montañas oaxaqueñas se llenan de gente durante los meses de junio a agosto, tiempo en que brotan los hongos. En el pueblo locales comerciales y hasta un hotel lleva su nombre, los taxis tienen impresa su leyenda y se venden camisetas con su imagen. Fuentes: |
La fama de María Sabina |
María Sabina
Grandes mujeres en la historia