Durante el noviazgo algunos defectos y manías de nuestra pareja no son importantes; él y ella representan al momento la imagen perfecta; tiene una sonrisa preciosa, sus ojos son hermosos, es simpática (o), interesante, inteligente, tolerante, etc. Conforme transcurre la relación y vamos conociéndonos más afondo, algunas cosas a las que no les prestábamos mayor atención ahora empiezan a incomodarnos. Al principio vemos proyectado en el otro lo mejor de nosotros mismos, esto es precisamente porque solemos enseñar nuestro lado bueno para ser aceptados. Pero una vez que proyectamos también el otro lado, el de las deficiencias = defectos; es cuando comienza el trabajo de identificar la realidad y eso puede crearnos un conflicto. Hacer ruido al comer, dejar la ropa sucia tirada o colgada en las llaves del baño, no tapar la pasta de dientes, no bajar la tapa del inodoro; olvidar una cita, hacer comentarios fuera de lugar, etc. son situaciones que hacen tambalear la relación. Ante tal panorama además de molestarnos con nuestra pareja y reprocharle sus manías, también la agarramos contra nosotros mismos: ¡como no me di cuenta!, ¡como no le puse un alto antes!; ¡todos(as) son iguales!.. Nos quedamos finalmente con sentimientos de baja autoestima. Una manera de afrontar los defectos de nuestra pareja y evitar que nos afecte tanto a nosotros mismos como a nuestra relación es:
|