Estas mujeres de las que queremos hablarles ahora viven en poblados recónditos, zonas marginadas del Atlas marroquí (suroeste al nordeste). Aquí no
hay industria, no hay nada en lo que trabajar, por lo que se ganan la vida por medio del contrabando. Su mayoría, residen en ciudades colindantes a Melilla: Farhana, Nador, Beni Enzar. Están empadronadas en la provincia de Nador, así no necesitan visado para entrar en Melilla. Melilla es una ciudad autónoma española situada en el norte de África, a orillas del mar Mediterráneo, en el cabo de Tres Forcas. Es puerto franco desde mediados del siglo pasado. Igualmente, Ceuta es una ciudad autónoma española, situada en la península Tingitana, en la orilla africana del estrecho de Gibraltar, en la desembocadura oriental de este. Gracias a su ubicación, el puerto de Ceuta tiene un importante papel en el paso del estrecho, así como en las comunicaciones entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico; cuenta con el estatus de puerto franco, lo que significa que está libre de impuestos o con una regulación favorable que influye positivamente en el comercio. En la actualidad existen más de 3400 empresas, de las que más del 50 % pertenecen al sector inmobiliario y hotelero, destacando el sector comercial, seguido del manufacturero, constituido por industrias fabricantes de elementos metálicos para la construcción, elementos quirúrgicos, ortopédicos e industrias orientadas a las artes gráficas. Estas regiones pues, son testigos de lo que sorprendentemente hacen estas mujeres para vivir. Se les llama "porteadoras", algunas de ellas ya no están para contarnos sus experiencias de vida puesto que las avalanchas y las condiciones en que viven y trabajan les arrebatan la vida. Cada mañana miles de ellas se agolpan en estos pasos fronterizos.Una vez que han logrado entrar en territorio español recogen pesados y abultados paquetes con mercancía variada, lo llaman "comercio atípico". Llevan fajas para amortiguar el peso en sus riñones. Algunas se ayudan con patinetes, muchos creados por ellas mismas, con maderos y ruedas. Estos paquetes contienen mantas, ropa, calzado, equipos electrónicos, artículos de ferretería, etc. Lo asombroso de todo estos es que tales bultos pesan entre 50 y 90 kilos; son tan pesados que muchas veces requieren el apoyo de estibadores, es decir hombres para colocárselo a sus espaldas amarrados con cuerdas. Este comercio del que estas mujeres son protagonistas, mueve millones de euros a ambos lados de la frontera, pero ellas solamente cobran entre 10 y 24 euros al día, según el contenido y el peso de los bultos y el número de portes que consigan hacer; "algunas cuentan que a veces sólo alcazan a portear un bulto por lo que realizan otras actividades como empleadas domésticas, vendedoras o mendigas, siempre dentro de la economía informal, porque están muy mal vistas", argumenta Cristina Fuentes, investigadora de la Universidad de Granada. ¿Qué pesará más: los grandes fardos o el ser mujer?Ellas pagan el precio por ser mujeres ya que son excluidas en su propia sociedad, sobre todo si son madres solteras, divorciadas o viudas. El maltrato físico que sufren es desgarrador, pero no les queda de otra ya que es la única forma de llevar el pan a sus familias. Este trabajo de cargar hasta 90 kilos es definitivamente indigno e inseguro; lo realizan a pie, bajo el sol y sin las más mínimas condiciones de seguridad. Y por si fuera poco, mientras van cargando esos enormes paquetes reciben golpes e insultos por parte de las autoridades policiales marroquíes, a las que además les pagan un soborno para poder cruzar. Sufren de problemas respiratorios, articulares, roturas de tobillo, muñecas; luxaciones de hombros, dolores de cabeza, de espalda, estrés, nervios. Aunado a ello, el sol, el polvo, el peso y la falta de sueño y de nutrición envejecen sus rostros y sus cuerpos. Viven ignoradas, no se les considera trabajadoras. No tienen derechos laborales, no tienen protección social, sanitaria, ni derecho a prestaciones. En estas fronteras existe pues una terrible desigualdad que divide a la Europa rica y próspera, del África empobrecida donde la sociedad maltrata a las mujeres por el mero hecho de serlo. Para los que están hasta arriba de la cadena comercial nos les importa el proceso de llegada de sus productos; finalmente el comprador ni siquiera imagina que fue por el esfuerzo de una mujer que con el riesgo de morir aplastada es que tiene los productos en sus manos. Fuentes: |