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 El baile no respeta raza, género, profesión o edad; invita a todos por igual a mover cada parte del cuerpo; y para gozar de sus beneficios requiere constancia. Un grupo de científicos comenzó a investigar cuán ciertos son los beneficios de practicar actividades que desarrollan la creatividad, en las personas de la tercera edad. Dice que hay una gran evidencia anecdótica de estos beneficios. Shula Strassfeld tiene 66 años, es bailarina profesional, profesora de danza y miembro de Dance Exchange, una compañía en Washington que ha colaborado con neurocientíficos y organizaciones independientes del área de la salud, para explorar los beneficios de la música y el movimiento en personas de la tercera edad. Y ella misma lo comprobó con su padre de 92 años; él tiene demencia y permanece en una silla de ruedas, lo que no impidió que Shula lo invitará a bailar para celebrar su cumpleaños; el rotar de la silla le devolvió una mirada brillante, un semblante alegre. "Aunque al día siguiente no recordaba lo que había pasado, su alma sí; su cuerpo sí. Algo en él cambió con esa experiencia. Estaba más alerta, más activo. Cuánto me gustaría poder hacer eso todos los días", dice. Científicos señalan que el intento de Strassfeld de conectar con su padre a través del baile, puede tener méritos.
El baile además de ser una buena opción para reducir el estrés y superar la timidez, estimula la circulación sanguínea, mejora la flexibilidad y la resistencia; ejercita la coordinación y agilidad de movimientos. Además, favorece la tonificación de la piel y aumenta el drenaje de líquidos y toxinas. Es una herramienta que va a contribuir a mejorar la salud física, ya que previene problemas de salud y disminuye las posibilidades de padecer enfermedades crónicas como diabetes, obesidad, hipertensión, depresión, osteoporosis o deficiencias cardíacas. Según un estudio español, con la acción de bailar se consigue reducir el riesgo de caídas, uno de los principales peligros para las personas mayores, pues se mejora el equilibrio, la fuerza y la movilidad. Para los mayores que padecen artritis o pakinson, el baile es un complemento que estimula sus capacidades psíquicas y físicas. Investigadores señalan que la danza puede beneficiar a las personas con demencia, por su capacidad de estimular muchas funciones del cerebro. "Con la danza coreográfica, uno no sólo ejercita el cuerpo, si no que también escucha música y se mueve al unísono", dice Thomas Prohaska, decano del College of Health and Human Services de la Universidad George Mason, en Fairfax, Virginia. Fuentes: |
